sábado, 19 de abril de 2014

Y LA SOLEDAD YA NUNCA ESTUVO SOLA...

...gallinazos, humedad, calor sofocante, hamacas, gallos, cuerpos y cuchillos, el banano, los amores imposibles, improbables, arrebatados e irrepetibles; el polvo en el camino, el musgo, la parranda...
La soledad nos regaló años ininterrumpidos de lluvias torrenciales en los que quedamos prendidos en una humedad humana, caliente y pastosa. Todos los años, incluso los peores, acudo puntual a la cita con los años de soledad y las sofocantes tardes en las que la viuda del doctor Juvenal Urbino se debate contra un amor que efectivamente era de novela...y como solía decir mi abuela, igual que en el cine.
Confieso que durante años también seguí el rastro de sangre en la nieve procedente del dedo anular de Nena Daconte, el mismo que habría de pincharme para dejar mi propio rastro rojo humeante en una nieve inglesa que cayó después de haber llegado el sol; no me hubiera sorprendido de que en algún momento empezaran a caer ranas del cielo hasta que Melquíades mandara parar mostrando su sonrisa de oro.
Es la magia del realismo, es la magia de las palabras, es la magia de la vida... parece tan simple como lanzar escupitajos al viento y que regresen convertidos en música celestial. No recuerdo la primera vez que leí estas palabras, todavía era un niño que no sabía nada de los pasos y sin embargo ya no fui capaz de olvidarlas: "Úrsula preguntó por dónde se habían ido los gitanos. Siguió preguntando en el camino que le indicaron, y creyendo que todavía tenía tiempo de alcanzarlos, siguió alejándose de la aldea, hasta que tuvo conciencia de estar tan lejos que ya no pensó en regresar." También recuerdo cada una de las veces que estas palabras de métrica perfecta retumbaron en mi vida para enseñarme que no se puede volver atrás, que es mejor no volverse, que por mucho que se quiera no se puede volver atrás... que despiadado sonó de su pequeña boca que imaginé temblorosa.
Pueden leerse muchas cosas estos días acerca de uno de los escritores que cambió para siempre el curso de la literatura universal. Son cosas incomprensibles para los devoradores de versos sin puntos ni comas pero que invitan a saber que su arte también tiene estructura teórica basada en el estudio y conocimiento de numerosas palabras. Siempre, en multitud de situaciones pasaron por mi cabeza como un relámpago, sin ningún motivo: "Había una sola luz en una sola ventana de una sola casa..." resultó ser una reiteración de adjetivos y del esquema sintáctico.
No tengo muy claro a quien he de agradecerle que decidiera incluir textos de Gabriel García Márquez en aquel libro de texto para niños con las tapas marrones... allí, una y otra vez leí sus frases hasta aprenderlas de memoria para repetirlas como mantras (otra vez los mantras) en los buenos y malos momentos...incluso cuando ya no había fuerzas para repetir ni la respiración.
Precisamente ahora, después de despedirte hace años con una colección de "putas tristes" llegó el momento de estar agradecidos. Yo lo estoy.
Ojalá una lluvia de flores amarillas te reciba allá a donde vayas...

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